LOS PELIGROS DE LA INTOLERANCIA
Los ataques del grupo mal llama-
do, «La resistencia» hace tiempo de-
jaron de ser anecdóticos y deben ser
tomados en cuenta por las autori-
dades porque no han hecho más que
escalar y no pueden ser justificados
por nadie que crea en el Estado de
derecho y la libertad de discrepar sin
recurrir a la violencia.
Sus agresiones sistemáticas con-
tra aquellos que no se alinean con
sus creencias están completamente
organizadas, tienen logística, presu-
puesto e incluso soporte legal y res-
paldo político.
Cabe preguntarse quiénes son los
que financian a este grupo y qué ob-
jetivo persiguen al usar como pun-
ta de lanza a personas que están to-
talmente desfasadas, que creen en
teorías de conspiración largamente
refutadas y que buscan instaurar
ideologías supremacistas y
discriminatorias en el país. Estas ac-
ciones son tan condenables como las
que en su momento se llevaron a
cabo contra Manuel Merino, Ántero
Flores Aráoz, Beto Ortiz y otras per-
sonas. Pasar de la discrepancia po-
lítica al acoso y la agresión, resulta
inaceptable en cualquier democra-
cia.
Los partidos políticos a los que
dicen ser afiliados estos agresores,
deberían deslindar tajantemente de
ellos y rechazarlos.
Reiteramos: La agresión y la vio-
lencia no son maneras de hacer po-
lítica.